1. La formación permanente y la auto evaluación en el ejercicio profesional.
Para T. Rodríguez Neira (1999, p. 178): “el desarrollo profesional de
los docentes constituye un proceso de autodeterminación basada en el diálogo
colegiado, a medida que se implanta un tipo de comprensión compartida por los
protagonistas, tanto acerca de las tareas profesionales como de los medios
necesarios para llevarlas a cabo”.
La formación del profesorado ha sido y sigue siendo un tema de constante
actualidad y preocupación desde diferentes esferas de actividad, ya sean los
propios profesionales que demandan una actualización de conocimientos y una
puesta al día sobre los nuevos cometidos a desarrollar en el marco de una
sociedad en constante evolución, como desde las autoridades académicas
encargadas de llevar adelante este cometido, con el fin de lograr una educación
de calidad, para lo que se precisa de un colectivo con la suficiente
preparación y motivación hacia la enseñanza.
De
acuerdo a García, autor de La Formación Permanente del profesorado:
motivaciones, realizaciones y necesidades, hace referencia la termino en
cuestión y dice: "El empleo del término formación lleva implícito su
consideración englobando tanto la formación de base o inicial como la
llevada a cabo a lo largo de la actividad profesional, lo que los autores
identifican como formación permanente".
En este
sentido, también cita que la formación del profesorado debe venir
caracterizada por las siguientes notas:
-
Contemplar la diversidad de intereses y necesidades.
-
Ha de ser flexible.
-
Diversificada, para atender a diferentes colectivos.
-
Vinculada a la práctica.
-
Adaptada a los constantes cambios.
-
Equilibrada entre los contenidos y el componente didáctico.
-
Multiplicidad de ofertas.
-
Pluralidad de estrategias.
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