sábado, 26 de julio de 2014
REFLEXIÒN DE LA ASIGNATURA CULTURA PROFESIONAL DOCENTE
Considero que el trabajo realizado durante la asignatura como regular ya que hubo innumerables factores que afectaron el proceso las cuales prefiero obviar. Pero en particular pude aprender muchas cosas nuevas que serán muy útiles cuando este ejerciendo mi profesión.
Considero además, que los esfuerzos por parte de los facilitadores fue satisfactorio aunque debo decir, que no respondimos como debíamos, pero, cada quien sigue siendo responsable de sus propios aprendizajes.
Síntesis de la unidad IV La organización social del Docente.
- Conceptualización de la organización sindical
Un sindicato es una
asociación integrada por trabajadores en defensa y promoción de sus intereses
laborales, con respecto al centro de producción o al empleador
con el que están relacionados contractualmente.
Pueden distinguirse los
Sindicatos de ramo que agrupan a los trabajadores conforme la actividad de la
empresa en la cual se desempeñan, de los sindicato de oficios, que agrupan a
quienes se desempeñan en cierto oficio con independencia de la actividad de la
empresa en la cual trabajan. Serían por ejemplo sindicatos de ramo los de la
industria metalúrgica, los de la educación o los del sector público, y
sindicatos de oficios como por ejemplo Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Construcción, Terraceros Conexos y
Similares de México los de viajantes de comercio o de camioneros. Existen
también los sindicatos de empresa que
reúnen a los trabajadores de una empresa en particular, que, en general,
solamente son posibles en grandes establecimientos.
- El estatuto de la profesión docente en República Dominicana
Surge como un reconocimiento del Gobierno al esfuerzo y el desprendimiento puesto de manifiesto por cada sector docente, lo que hizo necesario crear un instrumento legal capaz de concretar las conquistas de este sector.
El reglamento constituye el conjunto de disposiciones basadas en dicha Ley que tiene por objeto facilitar la aplicación de todo lo relativo al Estatuto del Docente.
Este reglamento presenta algunas finalidades esenciales entre las que citamos:
Establecer lo referente a derechos y obligaciones que rigen la relación del docente, en sus diversas categorías, cargos y/o clasificaciones, con el Ministerio de Educación según lo previsto en la Ley 66-97.
El Reglamento del Estatuto del Docente fue aprobado mediante el Decreto número 421 del año 2000, el día 15 de agosto; este instrumento posibilita la implementación, en la práctica, de la Ley General de Educación 66-97 en toda plenitud y alcance.
Surge como un reconocimiento del Gobierno al esfuerzo y el desprendimiento puesto de manifiesto por cada sector docente, lo que hizo necesario crear un instrumento legal capaz de concretar las conquistas de este sector.
El reglamento constituye el conjunto de disposiciones basadas en dicha Ley que tiene por objeto facilitar la aplicación de todo lo relativo al Estatuto del Docente.
Este reglamento presenta algunas finalidades esenciales entre las que citamos:
Establecer lo referente a derechos y obligaciones que rigen la relación del docente, en sus diversas categorías, cargos y/o clasificaciones, con el Ministerio de Educación según lo previsto en la Ley 66-97.
3.
Aportes de la organización sindical a la cultura
profesional del docente.
Una mirada a las políticas
educativas que se implementan en América Latina nos llevan a revisar los
acuerdos de carácter internacional, principalmente, aquellos que han definido
las Reformas Educativas en países como el nuestro.
La Conferencia Mundial de Educación para Tod@s (Jontiem 1990) respaldada
por la Declaración
de Derechos Humanos, virtualmente ha establecido el escenario de acción,
iniciado por el Proyecto Principal de Educación en América Latina y el Caribe.
Luego de una década de procesos educativos en el Foro Mundial de Educación de
Dakar (Senegal, 2000) nuevamente se ratifican las decisiones asumidas
anteriormente y se dice: “nos comprometemos a cumplir los objetivos y
finalidades de la educación para todos, para todos los ciudadanos y todas las
sociedades representa un compromiso colectivo para actuar: Los gobiernos
nacionales tienen la obligación de velar porque se alcance y apoyen los
objetivos y finalidades de la educación para Todos” .
Como parte de los
compromisos emitidos en el Marco de Acción de Dakar se ratifica la posición de
“mejorar la condición social, el ánimo y la competencia profesional de los
docentes” . Esto plantea a la formación inicial del docentado y el
fortalecimiento profesional como prioridades, para avanzar hacia la meta de una
“Educación para Todos”, además, se ha puesto énfasis en el tema de la voluntad
política para el desarrollo de los planes nacionales.
En la región, los procesos
de Reformas Educativas que están en marcha han incluido este compromiso como
parte de sus objetivos. En la evaluación de Dakar se advierte que las políticas
públicas sobre docencia -no en todos los países- no han sido concertadas. En
este marco, se ha venido dando una participación docente preestablecida y
marginal a las definiciones de las políticas.
Síntesis de la unidad III El docente y su desarrollo profesional y personal
1. La formación permanente y la auto evaluación en el ejercicio profesional.
Para T. Rodríguez Neira (1999, p. 178): “el desarrollo profesional de
los docentes constituye un proceso de autodeterminación basada en el diálogo
colegiado, a medida que se implanta un tipo de comprensión compartida por los
protagonistas, tanto acerca de las tareas profesionales como de los medios
necesarios para llevarlas a cabo”.
La formación del profesorado ha sido y sigue siendo un tema de constante
actualidad y preocupación desde diferentes esferas de actividad, ya sean los
propios profesionales que demandan una actualización de conocimientos y una
puesta al día sobre los nuevos cometidos a desarrollar en el marco de una
sociedad en constante evolución, como desde las autoridades académicas
encargadas de llevar adelante este cometido, con el fin de lograr una educación
de calidad, para lo que se precisa de un colectivo con la suficiente
preparación y motivación hacia la enseñanza.
De
acuerdo a García, autor de La Formación Permanente del profesorado:
motivaciones, realizaciones y necesidades, hace referencia la termino en
cuestión y dice: "El empleo del término formación lleva implícito su
consideración englobando tanto la formación de base o inicial como la
llevada a cabo a lo largo de la actividad profesional, lo que los autores
identifican como formación permanente".
En este
sentido, también cita que la formación del profesorado debe venir
caracterizada por las siguientes notas:
-
Contemplar la diversidad de intereses y necesidades.
-
Ha de ser flexible.
-
Diversificada, para atender a diferentes colectivos.
-
Vinculada a la práctica.
-
Adaptada a los constantes cambios.
-
Equilibrada entre los contenidos y el componente didáctico.
-
Multiplicidad de ofertas.
-
Pluralidad de estrategias.
Síntesis de la unidad I
Síntesis de la unidad I
- Concepto de cultura
En síntesis, cultura es todo
aquello, material o inmaterial (creencias, valores, comportamientos y objetos
concretos), que identifica a un determinado grupo de personas, y surgen de sus
vivencias en una determinada realidad. Dicho de otro modo, cultura es la manera
como los seres humanos desarrollamos nuestra vida y construimos el mundo o la
parte donde habitamos; por tanto, cultura es el desarrollo, intelectual o
artístico. Es la civilización misma.
- Diversidad cultural
La diversidad de culturas o diversidad
cultural se refiere al grado de variación cultural,
tanto a nivel mundial como en ciertas áreas, en las que existe interacción de
diferentes culturas coexistentes (en pocas palabras diferentes y diversas
culturas). Muchos estados y organizaciones consideran que la diversidad de
culturas es parte del patrimonio común de la humanidad y tienen políticas o
actitudes favorables a ella. Las acciones en favor de la diversidad cultural
usualmente comprenden la preservación y promoción de culturas existentes.
La diversidad cultural se manifiesta por la diversidad del lenguaje, de las creencias religiosas, de las prácticas del manejo de la tierra, en el arte, en la música, en la estructura social, en la selección de los cultivos, en la dieta y en todo número concebible de otros atributos de la sociedad humana.
3.
La cultura y su incidencia en el pensamiento y la
práctica del docente
Mejorar el aprendizaje de
los educandos para formar personas integrales y ciudadanos comprometidos
capaces de actuar en nuestra compleja sociedad, demanda variadas tareas de
parte de todos los involucrados en el sistema educativo. Sin embargo, teniendo
en cuenta que la labor docente y su intervención en el aula es el elemento que
más incidencia tiene en el desarrollo de los educandos, entre todos, el rol del
docente es hoy uno de los mayores focos de atención como gestores de un cambio
para la mejora del proceso; de ahí las diferentes intervenciones que se han
realizado a nivel de formación docente tanto en la formación inicial - con el
proceso de revisión de programas de los centros de educación superior que
ofrecen las carreras docentes, como en la formación continua con planes de
perfeccionamiento y evaluación del desempeño docente.
Son altas las
exigencias hacia el docente por realizar prácticas de enseñanza eficaces, las
que son medidas por resultados de los alumnos en pruebas estandarizadas o
evaluadas generalmente mediante la observación de las clases del docente, por
parte de algún miembro directivo del centro. Sin embargo, para que los
educandos logren desarrollar las competencias de formación que están
programadas de acuerdo al Curriculum Nacional y a lo que cada institución
declara en el Proyecto Educativo Institucional, el docente debe realizar
esfuerzos de sobre manera para dar cumplimiento a aquello en condiciones
laborales que muchas veces son adversas.
- Sentido de pertenencia a la profesión docente.
Buena parte de la
explicación de esta realidad radica en la miopía con la que se viene tratando
la profesión docente. Muchos ni siquiera aceptan que se trate de una auténtica
profesión como cualquier otra, siendo que está llena de exigencias y
complejidades mayores que las profesiones más reconocidas y respetadas. En la
visión de esta profesión sea parchada, limitada y parcial, no tendremos
resultados en la calidad de la educación. El tratamiento integral de la
profesión exige la toma de conciencia de que conforma un sistema de naturaleza
compleja, cuyos componentes se retroalimentan entre sí. Muchas investigaciones
conocedoras de las claves de esta profesión aseguran que, el gran desafío, es
aprender a administrar la complejidad de la profesión, lo que es mucho más
comprometido y menos confortable que sólo pensar o hablar de ella, y para lo
que no hay recetas ni rutas hechas.
La Profesión Docente merece articular todos esos componentes, entre los que la Formación se constituye en su centralidad. Es vital la comprensión integral que el país tenga sobre esta integralidad. La historia educativa ha fijado la atención en alguna de sus componentes sin atender el resto, lo que explica el fracaso obtenido en su tratamiento. Este cuadro sistémico comprende, entre otros, estos componentes que, a su vez, se comportan como nudos críticos: El Continuum de la Formación Docente, el Tratamiento Profesional, Reconocimiento Institucional, Reconocimiento Social, Reconocimiento Salarial y Beneficios Sociales, entre otros. Cualquier intervención en uno de ellos, sin tomar en cuenta el resto, tiene pobres resultados. La formación constituye el pivote fundamental en torno al cual giran el resto de componentes. Los esfuerzos actuales que de la Educación Básica y Media en la formación son importantes, pero reclaman sistematicidad, continuidad, seguimiento y reconocimiento. En tanto esta formación se fundamente en el desarrollo de la capacidad reflexiva, crítica y de innovación, se pueden esperar mejores resultados en el aprendizaje de los alumnos.
El reconocimiento social de la profesión representa un ángulo de gran relevancia para que el magisterio se sienta aceptado, reconocido, legitimado y respaldado. El país, con sus instituciones y organismos, aún no logra reaccionar mostrando una actitud comprometida con el fortalecimiento de esta profesión, prerrequisito fundamental para que, la lucha por la calidad se concrete. Desde la sociedad civil organizada y más comprometida con la educación, se levantan voces alentadoras que promueven el mejoramiento salarial y social del magisterio, que merecen ser escuchadas, aceptadas y debidamente respondidas por quienes toman decisiones educativas.
El reconocimiento institucional de la profesión alude a su principal respaldo y marco referencial de exigencia y afirmación. La educación efectiva se debe al quehacer de la profesión docente, a su trabajo, dedicación y compromiso en las aulas. La profesión constituye, de alguna manera, la mayor reserva moral y técnico-pedagógica y humana de la educación del país. Pero mientras la sociedad exige calidad a la educación, paradójicamente, sus principales mediadores no reciben el respaldo, apoyo y reconocimiento debidos. Queda, así, entrampada la calidad educativa entre una pobre calidad de vida del magisterio y la ausencia crónica de políticas y voluntad de fortalecimiento de la profesión docente.
La Profesión Docente merece articular todos esos componentes, entre los que la Formación se constituye en su centralidad. Es vital la comprensión integral que el país tenga sobre esta integralidad. La historia educativa ha fijado la atención en alguna de sus componentes sin atender el resto, lo que explica el fracaso obtenido en su tratamiento. Este cuadro sistémico comprende, entre otros, estos componentes que, a su vez, se comportan como nudos críticos: El Continuum de la Formación Docente, el Tratamiento Profesional, Reconocimiento Institucional, Reconocimiento Social, Reconocimiento Salarial y Beneficios Sociales, entre otros. Cualquier intervención en uno de ellos, sin tomar en cuenta el resto, tiene pobres resultados. La formación constituye el pivote fundamental en torno al cual giran el resto de componentes. Los esfuerzos actuales que de la Educación Básica y Media en la formación son importantes, pero reclaman sistematicidad, continuidad, seguimiento y reconocimiento. En tanto esta formación se fundamente en el desarrollo de la capacidad reflexiva, crítica y de innovación, se pueden esperar mejores resultados en el aprendizaje de los alumnos.
El reconocimiento social de la profesión representa un ángulo de gran relevancia para que el magisterio se sienta aceptado, reconocido, legitimado y respaldado. El país, con sus instituciones y organismos, aún no logra reaccionar mostrando una actitud comprometida con el fortalecimiento de esta profesión, prerrequisito fundamental para que, la lucha por la calidad se concrete. Desde la sociedad civil organizada y más comprometida con la educación, se levantan voces alentadoras que promueven el mejoramiento salarial y social del magisterio, que merecen ser escuchadas, aceptadas y debidamente respondidas por quienes toman decisiones educativas.
El reconocimiento institucional de la profesión alude a su principal respaldo y marco referencial de exigencia y afirmación. La educación efectiva se debe al quehacer de la profesión docente, a su trabajo, dedicación y compromiso en las aulas. La profesión constituye, de alguna manera, la mayor reserva moral y técnico-pedagógica y humana de la educación del país. Pero mientras la sociedad exige calidad a la educación, paradójicamente, sus principales mediadores no reciben el respaldo, apoyo y reconocimiento debidos. Queda, así, entrampada la calidad educativa entre una pobre calidad de vida del magisterio y la ausencia crónica de políticas y voluntad de fortalecimiento de la profesión docente.
Recuperado de: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/87744
11 de noviembre de 2010 | 19:26:00 Profesión Docente, la gran olvidada por: Rafael Lucio Gil Ph. D. | Opinión
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